Esta mañana José Manuel me vino a buscar para llevarme al Albergue (oficina del proyecto). Le llaman Albergue porque en el inicio de Proyecto Mi Casa, hace 18 años, se trabajaba con niños calle (abandonados por sus padres y tomando clefa en la calle) para la prevención de drogas y se les daba un hogar, ese hogar, el Albergue. El programa terminó para convertirse en lo que hoy día es Macha'k Sartawi en San Martín.
Después de enseñarme cómo funcionaba y se gestionaba la parte administrativa del proyecto, cómo se trabaja y se establecen las relaciones con Proyecto Mi Casa España y mostrarme fotos, recuerdos y artesanías, Johnny ha llegado para venirme a buscar.
Iendo a buscar el mini-bus, me ha invitado a una salteña, una empanada rellena de patata, huevo, curry, orégano y seguramente más cosas, que estaba deliciosa-es-quedarse-muy-corto. Al llegar a San Martín, Edgar, Santos, Johnny y yo nos hemos puesto a hacer cada uno su tarea. El proyecto terminó ayer pero ahora hay toda una serie de faena administrativa que hacer para cerrar el año: PEIs, informes de seguimiento, renovación de folders, etc... Yo me he encargado, por supuesto, de todo lo relacionado con los folders, lo cual me ha hecho gracia, porque esa fue la primera tarea que realicé en el piso de presos drogodependientes... ¿será este también el comienzo de algo grande?
Todo ha estado impregnado de buen humor, así da gusto trabajar. Lo hacíamos con música típica de acá, que es preciosa por cierto, y que está haciendo que no extrañe para nada mi música. Acá siempre se escucha música: en las calles, en las plazas, en los locales, en las casas... Y siempre es una música melodiosa y de ritmo alegre. Así fue cómo Edgar me enseñó a bailar la adenara, una danza típica de acá.
A la hora de almorzar nos hemos ido a una pensión (no es una pensión como allá, es un garaje abierto donde una señora y su marido hacen comida y la sirven por un módico precio) donde hemos comido un enorme plato de sopa con pasta y patatas lleno hasta arriba y, para mi sorpresa (pensaba que era plato único), un segundo de arroz con papa deshidratada, papa cozida y más cosas que desconozco. El almuerzo ha estado lleno de risas y buen humor. Me han estado enseñando modismos bolivianos y yo les he enseñado otros de mi país. Les encanta el 'flipar/flipando'. También me han hablado del Stronger y el Bolívar, que son como el Barça y el Madrid; después de esto nos hemos echado unas buenas risas a costa del Espanyol y su hinchada 'perica'. Dicen que les encanta mi risa, que es muy contagiosa y que soy muy alegre, así que no paran de hacerme bromas para que ría y así contagiar a todos... ¡contínuamente! ¡Ah, qué buenísimo! No sé si será la altura o que, pero acá mi risa suena mucho más sana que allá, así como mi voz al cantar llega a notas a las que allá jamás habría llegado.
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