¡Hoy es el día de la mundanza! José Manuel viene a buscarme y subimos el equipaje hasta su coche. Tarea muy costosa, porque la policía ha cerrado algunas calles de la ciudad, no sabemos porqué, y no dejan entrar ni salir a peatones.
Hoy conocí niños, niñas y adolescentes nuevxs. Como el curso acaba el martes (cuando haremos una fiesta de despedida) ahora no hay actividades que hacer así que estuvimos jugando a algunos juegos (increíbles las reglas que tienen para jugar al UNO) y charlando. Como todos los niños y adolescentes con los que he trabajado, se ponen muy entusiastas con los piercings, los tattoos, los collares, las pulseras, mis ojos... ¿Te dolió? ¿No te duele? ¿Por qué te lo hiciste? ¿Esto qué es? ¿Dónde lo compraste? Blah blah blah...
Conocí a Santos, el cocinero (que ya estaba en el partido de ayer pero no tuvimos la oportunidad de hablar mucho), que fue un niño calle rescatado por Mi Casa y ahora ya adulto, decidió quedarse en el proyecto colaborando y haciendo las labores de cocinero. Es muy majo y divertido y tiene una cabeza y unas facciones súper indígenas! También he estado con Johnny, el educador, que es genial: es muy profesional y maneja muy bien a los niños, muy en la corriente de la pedagogía de la ternuria y libertaria de Paulo Freire; es precioso verlo interactuar con los niños.
Comimos todos juntos (sola de pasta y verdulas + una especie de arroz kous kous con verduras y ají; de beber un agua que llevaba ¡canela!) y todos me hicieron todo tipo de preguntas. Estaban muy atentos... algunos casi flipando. Ellos nunca han salido de El Alto y de golpe tienen una chica con ojos azules, piel blanca, que no habla como ellos y cuya cultura es completamente diferente. Me preguntaban cómo era esto y lo otro en mi país y yo les ilustré con la historia de Catalunya, Euskal Herria y España... les encantó, estaban con los ojos como naranjas, sin comer, en silencio absoluto... flipando. Después dividimos las tareas mientras teníamos la radio con música y yo fregué con Soledad. Las chicas me preguntaban sobre la música en Catalunya, los tintes (se quedaron flipando cuando les dije que allá tenemos tintes rosa, azul, verde, lila, naranja... me suplicaron que les trajera porque acá sólo hay café), y cualquier cosa que les pareciera. En dos días que he subido he visto niños diferentes y además, al ser morenos, ¡para mí son todos iguales! Como nos pasa a los occidentales con los negros o los chinos... pues lo mismo. No será hasta que esté adaptada que conseguiré distinguirlos a todos y saberme los nombres.
Después fuimos a la cancha a jugar a fútbol. Les impresionó que yo supiera jugar ; acá los niños no suelen saber jugar a fútbol, no es lo normal, si no se les enseña... por eso cuando les expliqué que en mi país todo niño o niña sabe jugar al futbol y lo juega como cada día... alucinaron. Hacía mucha calor hoy y a 4.000 metros el sol pega muy pero que muy fuerte. Además la respiración y el corazón siguen flaqueando, así que a los 5 minutos ya no podía más; parecía que iba a sacar las entrañas por la boca. Me dolían los pulmones, aún así, hice lo que pude y aguanté hasta el final por ellos, ¡incluso marqué un par de goles!
Anécdota: algo curioso ocurrió. Me fui a Macha'k Sartawi para cambiarme y me perdí. San Martín es como un desierto con barracas de cemento o barro y todo parece igual. Entonces encontré a Mohammed (el perro del proyecto) y me miró con una cara tiernísima, entonces comenzó a dar saltos y a acariciarme para llamarme la atención... me llevó hasta Macha'k Sartawi! El puto perro sabía que estaba perdida, que pertenezo a ellos (porque aquí los perros te muerden, no puedes tocarlos) y me llevó hasta la misma puerta! Increíble...
Después Johnny me llevó hasta Ciudad Satélite, donde está el piso y donde nos esperaba José Manuel. Bien, el piso. El piso no es un piso. Es una BARRACA. ¡Es genial! ¡Vivo en una preciosita barraca! ¡Es tan linda! La entrada es de hierro y tengo ahí el mini-patio de cemento con la pica para lavar y el tendedero. Al entrar por una puerta de madera tenemos la sala de estar con un sofá de 3 plazas y una butaca, una mesa, unas cortinas, un muebesito con cositas que dejaron voluntrixs de otros años y... wait for it... una mesa con mogollón de libros que dejaron esxs voluntarixs: Saramago, Bukowski, Cortázar, Coelho... Wow, qué alegría al verlo. Y todo decorado con estas telitas indígenas bolivianas tan lindas y coloridas que me encantan. El baño aún no tiene manguera de ducha pero ya me haré con una. La cocina sólo necesita la nevera, que pronto llegará. Hay una habitación vacía (para próximxs voluntarixs) y mi habitación es grande y tiene el viejo armario que todos lxs pasadxs voluntarixs hicieron servir y una cama viejita pero que trae consigo brasatas (mantas). Además toda la barraquita está pintada de color naranja vitalidad. Ya me instalé y metí todo en su sitio.
Vamos, que mi barraquita es una pasada. Ojalá la pudierais ver, o mejor dicho, ojalá pudierais venir... es un lugar idea para hacer un pequeño guateque. Estaría mejor si hubiese otrx voluntarix pero así ya está bien.
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